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martes, 2 de marzo de 2010

Lo Justo y Necesario. Parte 3. Ella.



A fuerza de hombro abrimos el garaje, cada uno con "fierro" en mano, el dedo temblando sobre el gatillo; perfectamente concientes de que en esta no teníamos memory card, cheat codes, municiones ilimitadas o vidas extra.

Encendimos el carro tan discretamente como pudimos, y arrancamos lomas abajo por envigado, esquivando vehículos y cadáveres a donde fuéramos. La ciudad no parecía responder a lo que ninguna película me había enseñado.

El silencio era inhumano. Lo digo porque podía escuchar a los pájaros, y de cuadra en cuadra, un perro se saciaba sin cargo de conciencia con algún cuerpo ya frío; pero nada "humano" llenaba el fondo. Ni el crujir del asfalto o el motor de otros carros, nada de vendedores de aguacates o insultos en la calle. Todo se veía tan grande, tan lejano, que me fué imposible no sentirme minúsculo y desprotegido. No quise preguntarle a Steff como se sentía.

Paramos en el mercado cercano al parque de Envigado, nuestras provisiones no eran exactamente copiosas, y suponíamos que el grupo demandaría más que buena voluntad a quienes quisieran unirse.

Un ruido húmedo y roñoso llegó a nosotros cuando apagamos el motor y bajamos del auto, algo que provenía de una carnicería que daba a la calle. Era dificil saber si los regueros pútridos y las manchas en las paredes eran de los productos que se vendían o de los vendedores, pero algo tras el mostrador hacía unos ruiditos intermitentes bastante perturbadores.
Nos quedamos paralizados... era simplemente grotesco. Una mujer de pelo enmarañado, más parecido a una esponjilla de brillar, agachada en el suelo, apoyada en cuatro, atragantándose con pedazos y pedazos de carne. Con sus manos de batracio tomaba la carne y se la metía a la boca, pero no pasaba, y se le caía de entre los dientes haciendo un ruido de reguero seco al chocar contra la valdosa blanca medio manchada.

No se cuanto le tomó percatarse de nuestra presencia, pero sus ojos se enzañaron en nosotros con una mueca desagradable que no sabría discriminar entre hambre, lujuria o ira. De inmediato movió su cuerpo hacia nosotros, pero no hacía más que rodar, tratando de apoyarse bien en algo para levantarse. Los dos abrimos fuego contra ella, descargándole por lo menos once tiros. El vientre pareció liberar presión al recibir los disparos, porque chorros de aguasangre y un olor desagradable le salieron de inmediato de la panza deshecha... A poco y pierdo mi comida.

Después de los disparos corrimos hacia adentro, asustados, confundidos, tomando la comida que pudimos encontrar. Solo habían cosas empacadas, enlatadas, o protegidas por algo artificial. Ni frutas, carne, vegetales, pan o granos descubiertos habían sobrevivido, y de cuando en cuando, un cadaver obeso con los labios o el vientre desgarrado y rodeado de comida masticada terminaba el cuadro. Algo hacía que esos animales no pararan de comer.

Agradecidos por el transfondo campesino de los paisas, encontramos machetes y cuchillos largos en todas partes, de esos con los que apenas hace cuatro días le mostraban a las señoras que la yuca si estaba buena, y con los que separaban con maestría los gajos de plátanos para venderlos "menudiaos". Tomamos los que pudimos, un afilador y un zurriago de guayabo bien pulido, y volvimos al auto para continuar hacia la Universidad.

El camino iba igual de tranquilo, tomando la canalización hacia la regional, la regional hacia la Universi... Dando media vuelta, media área metropolitana había tomado el mismo camino, y parecía que todos estaban muertos. Tomando calles alternas y abriéndonos paso entre los autos tirados a diestra y siniestra; pero ya sin cuidado de no pisar cadáveres, seguimos nuestro camino por la laberíntica ciudad. Ya pasábamos a una cuadra del hospital.

Pero a la vuelta de una esquina, algo apareció en la mitad de la calle, volándo metros hacia adelante por el impacto del parachoques. Un cuerpo delgado golpeó como bola de bolos a una docena de pinos humanos, y dos segundos después nos encontramos atrincherados en la camioneta disparando como un par de Marines... Justo como me había enseñado mi papá, en el tríangulo que forma la cabeza con el pecho, o entre la nariz y la frente, uno por uno iban cayendo mientras corrían en desbandada hacia nosotros... 12, 20, 35... No se de donde mierdas salían, pero caían como si matáramos bichos en el juego de turno. La mala noticia era que las municiones escaseaban y ellos no parecían verse amedrentados por el poder de fuego...

Por fin paecieron ir menguando, justo cuando me quedaba medio proveedor del Galil, y a Stef solo dos balas de la 9mm... el revolver seguía intacto.

Los cadáveres se revolcaban de cuando en cuando en el piso, pero algo sonaba al fondo, un coro de gruñidos, aullidos, gemidos... una desagradable canción marcada al ritmo de algo que parecían palmadas a todo lo que una mano podía dar.

- ¿Qué mierdas es eso? - Pregunté asustado
- Parce... No se... ¿Otros de esos hijos de puta? Vámonos ¡YA! ¿O queres que nos m...

Un grito de dolor sonó al fondo, un grito jadeado, cansado, pero profundamente doloroso. Steffan abrió la puerta de un golpe, arrebatándome el fusil, y corrió hacia el hospital sin darme oportunidad a pensar. Yo salí más con duda que con valor en el pecho (Y por puro miedo de quedarme solo), con el revolver en la mano y rezando porque no tuviera que dar más de seis tiros; y los dos pasamos al tiempo por la puerta cubriendo cada uno un lado de la entrada de Urgencias.

Los gritos se habían ahogado, pero el golpeteo y los gorgeos se escuchaban más al fondo en el pasillo. Un amasijo incomprensible de carne se movía frenéticamente contra si mismo a la mitad del estrecho corredor de hospital, gruñendo, gimiendo... Parecía algo engorrosamente sexual, lascivo, primitivo, vomitivo.

Steff abrió fuego en una ráfaga de cuatro tiros, y los animales se espavilaron contorsionándose contra las paredes y el piso por el dolor. Gruñían como bestias, como perros rabiosos alejándose de su centro. Debajo de ellos había una mujercita, pequeña, con el pelo corto teñido de rojo, completamente desnuda y con sangre fresca y seca cuarteándole la piel. Ella solo respiraba agitada, agarrándose las piernas y haciéndose un obillo, no gruñía, no bufaba, y menos se nos lanzó encima a la carrera, resbalándose con la sangre en el piso.

Disparamos de nuevo, pero al momento Steffan tuvo que dar media vuelta y contener a otro grupito de animales acercándose por donde entramos. Estábamos rodeados, y no sabía si habría una salida hacia donde ella estaba... pero...


Yo no pensé como superviviente y corrí hacia ella con el revolver en mano, dando de a tiro a los pseudohombres y mujeres que, heridos, comenzaban a golpearla sin piedad.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro. Cuatro tiros, cuatro cabezas, y levantarla de un tirón para echármela en el hombro.

"Pistola" dije, y Steffan sin pensarlo me la lanzó rodando por el suelo mientras abaleaba a los que se encontraba al frente. Atiné a dar los dos tiros que me quedaban, el segundo en una pierna, así que el poco camino que quedaba, debí abrírmelo con machete, delante de Steffan, cercenando lo que las balas no habían matado de un tiro.

No se ni como carajos llegamos al carro, pero luego de haberla puesto con celeridad en el asiento trasero, subimos a la camioneta y arrancamos a todo lo que el motor daba. Creo que arranqué en segunda por el chirrido que el motor dió. No pudieron alcanzarnos.

Y ella... Ella sollozaba incontrolablemente en el asiento trasero como si respirara lágrimas.

jueves, 11 de febrero de 2010

Lo Justo y Necesario. Parte 2. Peregrinacion, palabra bonita para "Desplazados".



(Algo de música para ambientar, querido lector)




Mi padre fué militar, para mi fortuna, así que lo primero que hice que hacerme del Galil 556 que guardaba en su closet, además de sacar un revolver calibre 38, una confiable 9 mm, y cargarme de municiones hasta donde pude. No sabía que ocurría, pero no permitiría que me tomara por sorpresa.

Steff y yo nos convertimos de inmediato en un excelente equipo, ocupándonos de las prioridades de inmediato, aún sin saber qué ocurría.

Tomar todos los recipientes con los que contábamos y llenarlos con agua, organizar la comida por su condición de perecedera, empacar un morral cada uno con lo más importante, bloquear puertas y ventanas, organizar una ruta de escape; y por último, encender la televisión para "Informarnos" un poco mejor.

La prensa se encontraba en el paraiso: Caos, muertos, hospitales atiborrados, la fuerza pública volcada a las calles, y por alguna razón, una creciente ola de hombres sin razon sembrando el miedo en las calles.

No sabría definir si fue informativo o asqueroso ver como los camarógrafos y las presentadoras filmaban desde pisos altos como hombres y mujeres, ya muchos cubiertos de heridas, con la ropa desgarrada y expresiones ambiguas, asolaban restaurantes, se atiborraban de comida hasta que sus vientres reventaban, golpeaban al desdichado que tuvieran en su camino o violaban indistintamente todo lo que se moviera y gritara.

Tiros por doquier, civiles y uniformados armados disparando a los trogloditas, quienes recibían los tiros con horrendos gritos... Todavía no se definir si eran de dolor o de ira, pero acto seguido cargaban como bestias, y mataban a golpes a quien pudieran si antes no los destruían a balazos.

Las líneas estaban complpetamente congestionadas, el internet a duras penas funcionaba... al menos fue así hasta unos dos días después , cuando, por fin, mi messenger inició sesión y pude acceder a mi correo electrónico, un rato después pude llamar sin problemas.

¿La causa? supongo que la cantidad de muertos tuvo algo que ver.

Llamamos a cuantos amigos y conocidos teníamos, pero más de la mitad no respondían, solo unos pocos aparecían conectados en messenger, y sus mensajes claramente expresaban lo crítico de la situación. Así que pensé que mi mejor opción sería alguien que todavía conservara su nombre, y por ende, su calma.

---------------------------



SmartMouth says:
Mujer...
• Mala Clara • says:
dónde estás?
SmartMouth says:
En mi casa, con Steffan
vos?
• Mala Clara • says:
Cómo conseguiste la conexión?
SmartMouth says:
No se parce, lo dejé intentando reconectarse desde hace dos días, hace cinco minutos entró
Has visto lo que está pasando?
• Mala Clara • says:
yo estoy en la casa de alguien, aún me faltan unas conexiones, si se cae, esperame, ke estaré terminando de conectar los cables
SmartMouth says:
Parce... hay una gente loquísima
violando, matando, comiéndose lo que se encuentran
• Mala Clara • says:
ya lo vi todo.... Todo pana.
Escuchame. hay un grupo de gente
te acordás del parkeadero al frente de la Universidad?
SmartMouth says:
claro
• Mala Clara • says:
alguien ke conozco consiguió conexión desde allá
dice ke está con más personas
armando una trinchera
• Mala Clara • says:
La idea es ke sea una fortaleza
mientras se toman la U
SmartMouth says:
Tomarse la U=
?
Como tomarse la U?
Para qué?
• Mala Clara • says:
Tomarsela... como una revolución...
tenemos ke buscar refugio seguro... no keda mucho tiempo
antes ke lleguen a nosotros.
..
SmartMouth says:
parce... yo tengo una camioneta, un fusil, una pistola y un revolver
son de confiar?
• Mala Clara • says:
en estos tiempo, todo lo ke no esté herido es de confiar,.....
SmartMouth says:
...
ok
• Mala Clara • says:
Tenés ke llegar a la tienda ke se encuentra al lado del parkeadero
abrís la segunda puerta a la derecha
allá estarán todos, tenemos ke planear la toma
SmartMouth says:
Ok
Yo llego
Y parce... Que alegría que estés bien
• Mala Clara • says:
Eso espero!
Tratá de mantenerte con vida
SmartMouth says:
me conoces
• Mala Clara • says:
no sé...
SmartMouth says:
nos vemos pronto, o nunca
• Mala Clara • says:
Hazlo!
voy a buscar algo de comer
nos vemos en el parkeadero!
SmartMouth says:
Bien, suerte.
• Mala Clara • says:
vivos!


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- ¡Pelao! - Grité a Steffan, que supuse que estaba vigilando el televisor en ese momento, no le tomó mucho para aparecerse.
- Encontré sobrevivientes, te acordás de Maria Clara?
- Si... esa mujer no me da buena espina, da la impresión de ser muy ruda
- ¿Y de qué nos va a servir una florecita virgen ahora?

Hizo silencio, con la mirada buscaba algo en qué apoyarse, algún argumento. Él bien sabía lo radical del obrar de Maria, mientras él era más precavido. Se limitó a escuchar mientras buscaba un buen contraargumento.

- Bueno, la nena me dijo que están armando un grupo para tomarse la U y volverla refugio, y la verdad me parece la mejor opción - Hice una pausa, esperando a qué dijera algo, pero lo interrumpí antes de que abriera la boca. - Si, parce, yo se que es arriesgado, y que esa mujer siempre te ha parecido... ¿Primitiva? (Rió recordando un viejo chiste). Pero las cosas no parecen apuntar a una mejoría, se nos van a acabar las proviciones... Y... No es por ofender, pero no quiero pasar el resto de mi vida con otro tipo; así seas vos.

No tomó más de cinco minutos para que subiéramos todo a la camioneta de mi papá, nos preparáramos mentalmente y partiéramos. Dejando atrás solamente el computador prendido con la sesión iniciada en messenger, con el automensaje - Huímos hacia la Universidad de Antioquia, Si necesita refugio, venga con nosotros agitando una prenda blanca --



* * *



Al otro lado de la ciudad, un hombre fumaba un cigarrillo apostado en su balcón, en el séptimo piso de un pequeño edificio residencial, el humo salía a bocanadas por entre sus labios, se abría en canales por su prominente nariz, y se elevaba más arriba de su cabeza.

Tambien resguardado en su pequeño apartamento, dandole las últimas aspiradas a su rubio, tuvo de nuevo la misma conversación que había tenido consigo mismo cada que encendía uno y pensaba, fué lo mismo desde que se asomó al oir los gritos y vió a su madre caer presa.

" Todos a quienes amaba están perdidos, y si han sobrevivido, eventualmente los volveré a ver…así que no hay por qué preocuparse si hay tanto de que ocuparse ahora.

Primero, lo primero: apertrecharme y atrincherarme... Momento, eso ya está hecho, y no parece ir a ninguna parte, no tengo vehículo, ni provisiones... el EXITO está cerca, pero debe estar plagado de esos bichos.

Ahora bien, si se supone que sobreviva…¡Duh! Claro que voy a sobrevivir: soy un puto genio y no puedo morirme tan güevonamente! El caso es que necesito aprender muchísimas cosas si voy a vivir solo o con un montón de brutos, no quieran los dioses, teniendo que hacerme cargo de ellos: ya tengo la excusa para tratar de aprender todo lo que se sabe en el mundo.

Mejor me levanto de una vez, no sea que alguien tome primero lo que es mío por derecho, de algo ha de servir haber pateado tanto trasero todo este tiempo ¿Eh?."

Ni una lágrima para los muertos

Pasó por su cuarto, tomando el morral estilo militar que tenía ya empacado desde el primer momento en que entendió que el Ragnarök había llegado, vistió un jean cómodo, sus botas platineras que no le cubrían los tobillos (para conservar la flexibilidad), su camiseta favorita que decía “You can’t have manslaughter without laughter” y su chaqueta de cuero.

Apoyado contra la pared, un tubo de acero inoxidable con el que antes practicaba movimientos de lanza, y que ahora tenía las dos puntas afiladas. Lo agarró luego de tomar los puñales decorativos que tenía en el cuarto y acomodarlos en un cinturón, guardarse unos cuantos explosivos de su manufactura en su chaqueta de cuero; y finalmente poniendo en el frente de su cinto la 9mm que su papá consiguió de manera no muy legal.

Sin más ni más se despidió de su fiel Laptop después de hacer el último intento para enviar unos correos, retiró la barricada que guardaba la puerta de su casa y salió a la calle. Si la muerte iba a encontrarlo, que lo encontrara armado y listo.

"-Necesito encontrar gente y refugio. Por lo tanto, necesito tener con qué negociar. Y lo más importante, ¡NECESITO CIGARRILLOS!"

Su unidad residencial se encontraba desierta, todos los autos en el parqueadero estaban cerrados, así que forzó el tanque de un par, se confeccionó un par de Molotovs usando la ropa de un occiso cercano, y salió. No se molestó en revisar al celador, no pagaban suficiente de administración ni para que cargara un pinche revolver.

Unas pocas cuadras después, como caída del cielo, encontró tirada en medio de la calle una Blazer de puertas abiertas. Vaya suerte, las llaves puestecitas en el arranque, y un farandulerito ensangrentado a medio morir en el asiento trasero.

Era una carga, él no era médico, y a decir verdad le importaba un bodrio lo que le pasara a cualquier otro. Desapego total, sabía que debía importarle poco o nada quien fuera si quería seguir vivo. Así que suavemente lo empujó con el pié y lo dejó caer sobre el asfalto. ¿Tiro de gracia? Las balas son un bien MUY inelástico en estos tiempos.

Se abrió paso hasta el EXITO de Laureles sin muchos incidentes. Retiró las llaves y entró al almacén, barra en mano, preparado para tomar su pistola, pero no se oía ruido alguno. Así que tranquilamente se pasó por las comidas enlatadas, tomando las pocas que quedaban en los estantes y regadas por el suelo, y echándolas en un carrito en el que había acomodado su lanza, pasó luego por una dotación descomunal de cigarrillos; y luego, agua y unas dos o tres cosillas que le serían útiles. Tomó unas cuantas ollas, las herramientas que no había encontrado en su casa, granos, alimentos instantáneos, baterias de todo tipo, condones como para rellenar una piñata, medicamentos, artículos de aseo, y por último se detuvo en el estante que el saqueo pareció haber olvidado. Bendita fuera Antioquia por la panela, porque si levantaba campesinos a las cuatro de la mañana en el monte, levantaría supervivientes en estos tiempos. Aunque, a decir verdad, habían más proviciones de las que esperaba encontrar, lo que dejaba dos opciones

O muchos, como él, se habían escondido los primeros días, o la masacre había sido tan violenta que pocos lograron llegar a tomar proviciones. Y dada la cantidad de muertos en las calles, abogaba por la segunda.

Súbitamente, de entre un montón de cajas apiladas salió corriendo una joven despavorida, soltando un gritito entrecortado cada tres pasos que daba con torpeza, él la miró con una mueca burlona al creer que era de él que huía, pero pronto vió a una prominente bola de manteca ensangrentada y medio desnuda persiguiéndola a todo lo que daban sus regordetas piernas. Sin pensarlo arrojó su lanza, y el gordo fue a dar contra una pared, clavado a ella.

Desenfundar puñal, clavarlo fuerte en el cuello sobre la tráquea, limpiar la sangre... limpiar, limpiar... - ¡Mierda! ¡Este gordo si que sangra! - Dejó salir inconcientemente esquivando un chorro de sangre. tomó el delantal de otro de los caídos y limpió bien su hoja antes de guardarla, para luego encontrarse, a metros, con unos ojitos cafes que brillaban sonriéndole.


"Carajo... Me volví un héroe"


Tenía el maquillaje corrido de tanto llorar, los mechones de pelo teñido de rubio le caían sobre la cara, y su ropa descubierta, minúscula, en vez de excitarlo le generaba algo de repulsión. Pero por otra parte, de algo podría servir, al fin y al cabo no sabía si había otra mujer en el resto del mundo.

Así que con una seña simple le indicó que lo siguiera, desencajó el tubo del obeso cadaver, montó sus provisiones al auto, recogió un escopeta que le encontró en las manos a un celador y un cinturón que tenía unos pocos cartuchos, y le indicó que se sentara en el asiento del copiloto. No había cerrado la puerta cuando le dijo escuetamente: - Mientras no me estorbés, podés seguirme..si te ganás un palazo o un pepazo es culpa tuya.

Ella calló largamente antes de decirle lo que le pareció que sería importante.

- Hay gente yendo hacia la Universidad de Antioquia, quieren tomarla como refugio, yo iba para ayá.

"No se diga más", Pensó, dió un cuarto de vuelta y arrancó hacia la universidad, siguiendo sus indicaciones.

-Ojalá la biblioteca esté intacta...- Murmuró él.

viernes, 5 de febrero de 2010

Lo Justo y Necesario. Parte 1. Prudencia


(¡ADVERTENCIA! Querido lector, Esta historia será cruel, descorazonada, pervertida, posiblemente carente de toda moral. Absténgase de leerla si considera que ir en contra del buen actuar del hombre es incorrecto)



(Para hacerle un poco de ambiente a su lectura)

El zumbido de la máquina llenaba sus oídos, amortiguado en la carne que recibía su marca, se iba llevando en cada pinchazo un poco de sus recuerdos... Tal vez si no tuviera tantos fantasmas, tantos demonios que expugnarse, no resistiría tantas horas recostado en aquella cama.

- Gracias, Martina... Ya me hacía falta otra marca.

En su antebrazo se tejía ahora un fiero dragón vikingo, una bestia retorcida que se anudaba en si misma incontables veces, mordiendo al final un segmento de su serpentino cuerpo.

-Siempre un gusto... Y anda a que te cierren esas heridas, que me vas a manchar el piso, y vos sabes lo duro que es limpiar esto aquí.

Las botas de combate chocaron contra la baldosa blanca que no se había cambiado desde la época en que el museo de la Universidad de Antioquia recibía a diario hordas de colegiales que sacaban de sus cabales a los guías estudiantiles, embarrando más el blanco con ese rojo espeso, coagulado, muerto.

- Que lo limpie una de las hermanitas de la caridad que te conseguí, que para algo deberían servir más que para divertirte cuando tenés insomnio.

Dejando huellas de sangre tras él, salió por la puerta metálica que reemplazó las de vidrio después de aquella vez en que los Skin pasaron un ariete por las rejas y casi se toman la Ciudad universitaria. La fuente estaba apagada, y Plaza Barrientos ya no era ese bullicioso espacio con olor a tinto, gases lacrimógenos y sudor de estudiante que va tarde a clase. El pasto asomaba por entre las grietas del cemento ennegrecido, todavía manchado por viejos conflictos, y el viento ya no jugueteaba alegre con las hojas de los árboles cercanos a la portería de Barranquilla, cuyas raices ya habían roto sus barreras y ahora quebraban el piso y se hundían en la tierra.

Ya iban alrededor de ocho meses desde que el primer herido fue llevado a un hospital por una violenta fiebre, y no hubo mejor lugar para el contagio que los hospitales. Llenos de personas que no podían valerse por si mismas, doctores viejos y enfermeras regordetas. Pronto los muros blancos se fueron manchando, y sus puertas liberaron, por cientos, a esas bestias sin razonamiento.

Caminó hacia el bloque 25, antiguamente facultad de música, donde ahora un aula le servía como habitación. Pasada la llave de su puerta, entró de nuevo a su santuario. Las cabezas en los muros le sonrieron de nuevo, puso su machete en su percha y su tahalí sobre su silla, y se echó en su cama... Sentía que toda esta utopía había perdido sentido.


* * *




No habían pasado ni seis horas desde que los muertos ya eran cosa visible, caminando por las calles y atacando todo lo que se moviera, y el caos ya había llevado a las personas al saqueo y el vandalismo. La ciudad se encontraba sumida en la pelea abierta más sangrienta que había visto nunca, y todo quien tenía un arma de fuego abaleaba a quien se le posara en frente con tal de obtener una lata más de comida, un vehículo o un mejor lugar para refugiarse.

Solo tres días habían sido suficientes para que casi todas las armas de fuego se quedaran sin municiones, y que tantos como pudieran abandonaran la ciudad. Los pocos que se quedaron aprovechaban, como podían, los pocos medios de comunicación que quedaban. Las compañías celulares y el internet cayeron tras una semana y unos pocos días desde el primer muerto.



Hordas de cadáveres vagaban por todas partes, y pronto las personas vieron la necesidad de asociarse en pequeñas comunidades para garantizar su supervivencia.

Yo tuve suerte de estar perdiendo el tiempo como idiota frente a una pantalla... Aunque tenía varios trabajos para el viernes, a solo dos días de distancia, asesinar Nazis por decenas se me hizo más interesante, en especial considerando el gran equipo que Steffan, mi vecino, y yo hacíamos.

No fue si no hasta que mi madre me llamó aterrada que la realidad se me vino encima. Yo no sabía lo que ocurría, me era simplemente imposible entenderlo. Pero de inmediato comprendí que algo grande, desastroso, estaba ocurriendo.

¿Escapar? Ese concepto comenzaba a perder validez en mi cabeza. Sí, me encontraba en mi casa con el amigo en quien más confiaba, pero al precio de oir como mis padres luchaban por escapar de su oficina para llegar a nosotros... Esa fue la primera decisión dificil que tomé... No ir a buscarlos.

¿Escapar? No... Meramente sobrevivir...

Ante lo desconocido, prudencia.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Victory or Valhalla

Una nueva canción para Varg Fang.

El nombre... pienso cambiarlo (Se aceptan sugerencias).


* * *


Through the night rides my faithful man

Towards his faith, Knowing no fear

Sword in hand, feet firm in the stirrups

Breathing calm at the sight of death


He knows no other way, Stubborn in his madness

Charging on to Victory or Valhalla

Brave and true to his faith, He screams to the four winds

He can not hesitate through the path he chose


And for his return I will be waiting

To heal his wounds, to restore his hope

Sincere is his way, Loyal to our oath

His path leads to Vigrid or to me


There, through fields of blades, He spills his blood proudly

Fighting on to the end without a doubt

Fist of steel, faithful heart. Bareing his promise

Fighting on to Victory or Valhalla


(---)


If a sword bites into his heart

I`ll give up mine and ride the wolf

Taking his soul through Bifröst

Climbing the clouds to Alfader's Hall


I will be his Valkyrie, The path to follow

In the hall of the dead we will meet again

As he died so I could smile, At his side I will stay

Burning down in his pyre. Holding his hand


domingo, 11 de enero de 2009

Mi Valquiria, Mi Valhalla

Algo de lo que estoy muy orgulloso. A quien un día sea la mujer que me acompañe hasta donde mis ojos no ven... tambien dedicado asi a mi muerte.




Mi Valquiria, Mi Valhalla.


Anochece sobre mi pecho
Sombras rojas emanan de mí
Sangra la luna sobre mi lecho
Ojos cerrados mirando hacia ti

La suerte despide con besos
Besos de amargas hojas
Las Nornas mi fin han marcado
Helados vientos me rozan

Protegiéndote lejos he caído
Tu vida guardé con bravura
Recuerdo tus tersas caricias
Tus besos de miel y ternura

Mi fuego se apaga luchando
En mi sangre hay orgullo guerrero
Mi pecho se seca vació
Un último beso Deseo


Se abren las blancas nubes
Asoma triunfal el Bifröst
Cabalgas montura divina
Galopas a paso veloz

Desciendes envuelta en el viento
Ya viene mi cuervo elector
Al trote Aúlla el lobo
Tu lanza brilla al sol

Detienes la briosa bestia
Me observas con tierno pesar
Rueda una lágrima de plata
Por las mejillas que temí sonrojar

De Odin la hija más hermosa
A mi lado su rodilla descansó
Quitóse el guante sin prisa
Mi herida con miedo palpó


Tu rostro, tez pálida y pura
Del casco brillante emergió
Eras tú mi amable Valquiria
Mi viaje al salón del Honor

!Heilsa! Mi deseo han oído
Las tres que moran bajo el Ygdrassil
Que todas las glorias del mundo
No alcanzan a valer tanto así

Besaron tus labios los míos
Si apenas pude, respondí
Mis venas ya llenas de nada
Tibias se hincharon de ti

Mi vista nublose de blanco
Mi oído en tu risa se ahogó
Mi piel ya no tocaba el pasto
Mi ciclo en Midgard terminó


Y en tus brazos partí hacia el palacio
Que de lanzas tiene hechos los muros
De escudos cubiertos los techos
Donde corre el Hidromiel puro

Sin ver, vi el viaje terminar
Los ojos de luz se bañaron
Colores que no distinguía
Imágenes que nunca me hablaron

En suaves pieles descansaba
Mi cuerpo débil y herido
Sueños febriles rondaban
Por acero fui fuertemente mordido

Tu voz escuché vagamente
La calma cegó mi veneno
El trino del ave del alba
El canto de arroyo sereno


Y al fin mi vista dio cuentas
Del lugar al que me habías traído
En mi hogar me encontraba sanando
Mi palacio de amor florecido

Silbaba el vapor de la Marmita
Crepitaba la leña en el fuego
El aire cargado estaba
Del calor de tu cariño sincero

Los niños gritaban afuera
Jugando a los Ases Suplir
Notaste que estaba conciente
Me abrazaste como si fuera a partir

Más bella no puede ser
Mi tanto grandiosa suerte
Eres tú mi abnegada Valquiria
Mi Valhalla al final de mi muerte

Mi banda Sonora


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