viernes, 14 de diciembre de 2012

Un blues de hielo y fuego



Federico terminó de ver la película. Sus amigos estaban tan emocionados que no quiso decirles que no le había parecido tan buena, tan brillante, tan insuperable.

Decidió detenerse un segundo para esperar a que el resto de sus compañeros salieran de entre las filas, al lado de la salida, y por el rabillo del ojo vio a esas dos figuras que mezcladas le generaban tanto odio y tanta tristeza respectivamente. Aquel que llamó su amigo. Aquella que llamó su vida.

Fingió no verla, la dejó pasar adivinando su figura entre las siluetas de sus amigos, aborreciendo la de su novio entre las cabezas de sus acompañantes. Fingió no ver los ojos de tres de ellos cuando la vieron a su espalda. ¿Los miraría ella a los ojos?

Alicia salió del teatro, su novio la detuvo un instante, y Federico hizo tiempo para evitarla afuera. Dio vueltas, sintiendo punzadas en el alma cada que sus ojos la veían de lejos, hasta que logró guiar a los suyos lejos.

Fingió una eterna sonrisa, habló como si nada, comentó con ellos los mejores momentos del filme, rió a carcajadas, ojeó con nostalgia una tienda llena de LEGO, caminó con sus amigos hasta que el último tomó su camino, y entonces se dio permiso a sentir.

Ya estaba sobre el parque. Compró una cerveza, dio una vuelta dándole chances al destino, y como no encontró a nadie emprendió el camino a su casa.

Federico ni siquiera se tomaba un acetaminofen cuando enfermaba, pero verla a ella lo mataba un poco por dentro. Fumar era su manera de cauterizar aquello que se había necrotizado. Hundió sus audífonos en sus oídos para bloquear el mundo, encendió uno de los dos Marlboro Ice que acababa de comprar y comenzó a caminar.

Federico odiaba el cigarrillo, pero amaba la frescura que sentía mientras su lengua, su paladar, el interior de su nariz se quemaban. El cigarrillo le humedecía los ojos, le ayudaba a llorar, le daba el espacio para sentirse solo.

Estaba solo, no encontraría a nadie de vuelta a casa. Sabía que estaba tan solo como lo ha estado desde hace casi 2 años. Encendió su segundo cigarrillo y se dio cuenta que odiaba detenerse en su camino. Nunca se tomaba el tiempo de ser el espectador.

Primero sonó Howlin' Wolf. Muddy se lamentaba en la complicidad de sus oídos, y Federico aprovechaba los silencios de su voz para aspirar su veneno. Luego vino Corine Baley Rae susurrándole Since i've been loving you, y por último Fito desgarró Cadaver Exquisito. Él gritó cada letra, cada palabra, recordando aquella noche que había caminado de su casa al parque, gritando a través de un celular donde se encontraba ella, gritándole sus penas, su arrepentimiento, sus inamovibles ganas de que un carro no lo viera y lo mandara al vacío de un golpe seco, congelando su dolor en un segundo que durara la eternidad, consagrándolo como mártir de su inútil causa, borrándolo en una exhalación de crudo y disfónico blues.

Gritó el humo que se encendía en su garganta. Él estaba solo. Ni siquiera ella lo escuchaba.

El camino era largo, y al darse cuenta que le quedaba poco para acabarse su segunda cuchilla, se sintió desconsolado. Suerte para él que justo al final de ese cigarrillo habría otro vendedor.

Gastó sus últimas monedas en otros dos, y suplicó al hombre que le diera cualquier otro cigarro para completar su viaje acompañando su dolor con justo daño.

Fumó primero el cigarrillo de puta que le habían dado, encendió el segundo, y al buscar el tercero, ya llegando a su casa, encontró que se había lanzado desde su bolsillo. Probablemente se encontraba muerto en el asfalto, desparramado por su caída.

Federico hizo de tripas corazón, haciendo rendir su pequeña muerte, y lo lanzó por encima de su cabeza cuando estuvo a punto de quemarse los dedos.

A una cuadra de su casa miró su sombra. Arregló los pelos rebeldes que desaliñaban su imagen.
Su sombra fue su espejo, y caminó hacia ella hasta que se perdió en las orillas de su noche plutónica.

martes, 31 de julio de 2012

Labios Rojos




 Las calles parecían en silencio. Ella caminaba con sus simples zapatos de cuero grises, que apenas se notaban plateados de cerca, mientras se miraba las manos. Su atuendo, aunque enmarcaba las suaves curvas de su cuerpo,  parecía contrarrestar intencionalmente con lo poco llamativo, la belleza de su rostro.

Su piel era irealmente blanca resaltaba el negro de su pelo. Sabía bien que solo faltaba un color, y por eso se hería cada 20 minutos los labios con un labial rojo. Tal vez era la única herida que admitía, aparte de sus ojos; porque pocas cosas le dolían más que dar un beso en vano.

Todo en su carita era suave. pómulos delicados, mentón pequeño, nariz redonda y discimulada; Apenas los labios afirmaban un poco de su sensualidad. Pero sus ojos. Sus ojos eran la excepción.

No era que la hora no tuviera la calle a reventar de ruido. La gente pululaba en las aceras del centro de la ciudad, los autos pasaban escandalosos, entre frenones, pitos y motores afanosos. La luz chillona de los locales alrededor parecía acrecentar el ruido, encoger el espacio, aplastarlo todo contra los muros.

Sin embargo, con ella se hizo el silencio, porque esos ojos no le pertenecían.

Eran fríos, con un dejo de tristeza en su marco pero no en su fondo. Su fondo parecía decir Por cada paso que de hacia ti, me alejaré dos. Parecían los ojos de un gato desconfiado. El testimonio de quien fue hecho para la ternura, y moldeado para el adiós.


La multitud la perdió. Abrió la puerta de su casa, y sin darle luz que se reflejara en su piel de cromo, se despojó, paso por paso, cosa por cosa, prenda por prenda, camino al baño.

Así, a oscuras, en un mundo a blanco y negro, abrió la llave en la pared, dejando que el agua hirviente hiciera una sola cascada con su pelo.

Con su cabeza levemente inclinada hacia abajo en una pose en la que sus gruesas pestañas no dejaban ver si tenía abiertos o cerrados los ojos, estuvo casi inmóvil bajo el agua y el vapor por una eternidad.


Era una estatua. Una muñeca. Parecía no respirar. Tal vez estaba muerta.

En su cabeza bailaban, como en el agua, pedazos de letras de canciones que creía escritas para ella.

Y lo que el murmullo del agua le dijo esa noche, fue solo para sus oídos.

Era un secreto que, aunque quería divulgarse. Nadie parecía digno a escuchar.

viernes, 20 de julio de 2012

Estoy harto de luchar por gente que no me merece, mientras a quien me merece le importa un bledo luchar por mi.

lunes, 16 de julio de 2012

Bye Sarah...

Hoy Sarah Blackwood anunció su salida de The Creepshow, una banda que me eacompañó en mis momentos más difíciles. Una de sus canciones, Someday, me inspiró lo que considero mi mejor cuento, no porque sea nada original; si no porque me derramé de corazón en él. La tristeza que me causó la noticia se ve ahora menguada con que Sarah leyó mi comentario en su video, y quiere leer el cuento. A traducir se ha dicho! Esta canción es simplemente hermosa...





Got a bottle of whisky in my hand
I'm gonna chase that devil for as long as I can
and I know, that kind of love will make a grown man cry

Well it's hard on your head when every day is a bet
on how long it'll take you just to get out of bed and I know,
that kind of love will make a grown man cry

 Oh and I've, been drowning in love
Oh and I've, been drowning in this love
Oh and I'll, be drowning in this love until the day that I die

I had to confess that I had stirred up a mess
and that at being your girl I hadn't been the best and I know,
that kind of love will make a grown man cry

And all because of this you said I pushed to the edge
and then I stood right there and ripped your heart from your chest and I know,
that kind of love will make a grown man cry

lunes, 18 de junio de 2012

Cruel

Fuimos hijos de la casualidad... o de la causalidad.

Yo te pedí una noche que no me pusieras en la lista rosa, tú veías en mis crueldades lo divertido de ser un espectador del circo. Te conozco lo suficiente para saber que tras esa carita aniñada, esos ojos adormilados, esos labios suplicantes, hay monstruos.

Hoy te respiro un poco de mi blues porque cuando la sensualidad se encuentra con el dolor no hay mejor gemido que el de la harmónica. Recuerdo tus labios abiertos de sangre, tu voz sobre el agua, y los secretos que guardé sosteniéndote en la oscuridad.

Quisiera que fueras un sueño, que lo siguieras siendo, que no me atormentara el aburrimiento del cambio, de lo que sabía pero me negué a saber.

Quisiera encontrarte casualmente, que perdieras el bus de nuevo, que me dejaras jugar con tu orgullo una vez más.

Desearía que dejaras de mirar desde arriba para recordar que antes te reías de lo que eres hoy.


¿Ya no hay palabras en tus retratos?

Entonces no habrá más suspiros para ti en mi boca de latón.

domingo, 10 de junio de 2012

Ay Haley...



No se por qué, pero verla moverse y cantar como le da la gana me hace sentir bien

viernes, 16 de marzo de 2012

Mirada

Es ver un atardecer pintado a trazos en el cielo. Una gama de rojos violáceos, que aunque no sean nuevos, son definitivamente especiales.

El brillo de las nubes, del sol que muere, del sufrimiento pasivo, silencioso, distante.

Es un momento sin tiempo mientras no le quites la mirada. Mientras el mundo no te retire de tu trance, la belleza será eterna.

No es un cuadro estético, no es una compleja proposición, no es una prefabricada utopía.

Es tal como es. Es la simpleza, la naturalidad, el despertar tras un buen sueño y tener que verte golpeado por la triste realidad como primer sonido.

Y mi mirada se mantiene fija, no en las pinceladas en el cielo, si no en las montañas a lo lejos.

Me intriga como se verá ese cielo de cerca.

Mi banda Sonora


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