viernes, 6 de marzo de 2009

Marioneta. Parte 5. Encantada por conocerte.

(Con esta entrega, algo más larga de lo normal, ofrezco disculpas a usted, señor lector, por las faltas cometidas por este escritor. Que tengan todos una buena noche, Y muchas gracias por la atención prestada).



Esa mañana se levantó algo confusa, con un nudo en la garganta y la ansiedad a flor de piel. Le costó poner un pie en la tierra para encontrar la razón de su malestar. No podía contener las ganas de ver como había quedado su oficina con los muebles que había escojido, si la pintura estaría fresca o si habrían roto un adorno los torpes de la mudanza... Pero en especial estaba nerviosa por conocer a su nuevo paciente. No lo recordaba bien, pero estaba casi segura de que había soñado con él... Malditas drogas antidepresivas, le negaban la claridad onírica que de niña tenía.

Comenzando los ejercicios matutinos que hacía desde pequeña, se abrió paso en el día hacia la cocina de su pequeño apartamento.

Un simple plato de cereal, “Lucky Charms”. Fruta y un poco de pan con jamón. Siempre había sido algo psicosomática, por lo que no le convenía un desayuno pesado cuando su cabeza no se encontraba bien fija a su cuello.

Una hora después se dió un corto paso por la ducha, para luego peinarse y vestirse para la ocasión.Un ligero vestido de trabajo rojo de corte frances, con un suave escote, bajando en pico desde un muslo a la rodilla opuesta. Y tacones.. siempre había amado los tacones.

Dándole protagonismo a sus labios, pero con tonos suaves y naturales, se pasó luego el maquillaje; y por último completó con una media cola, ondulando sus puntas.

Desafiante frente al espejo se puso sus amadas gafas, siempre le había fascinado "ver" como cambiaba el enfoque del mundo a traves de dos cristales... -Bibliotecaria seductora- fue lo primero que se le vino a la cabeza.

La llegada a la clínica fue triunfal, tirando la buufanda que se puso en el último momento hacia atrás con un altivo ademán desató la ola de murmullos. Empleadas que con sus ojos le destrozaban el vestido de envidia, subordinados que inconcientes miraban hacia arriba para observarla, empleados que le desgarraban el vestido con los ojos... de lascivia. Le fue imposible no rememorar aquellos experimentos, llegar a un colegio nuevo con un disfraz. Recordaba esa mañana. Mayas en brazos y piernas, una corta falda negra, correa de placas, blusa tapizada con una exagerada calavera en llamas... ¿Que podía decir? había estado leyendo mucho a Poe y a S.King por esos días.

Su ensoñación diurna la llevó inconciente hasta la entrada de su oficina, milagrosamente despertando antes de golpearse contra la puerta.

Detrás de ella sintió una puerta que aparatosamente se abría, volteando justo a tiempo para ver como el jefe de personal la observaba atontado. Su cara no tenía precio. Dando media vuelta se dirigió hacia su oficina, divertida mientras contemplaba como el agarraba del cuello su compostura y la enderezaba.

-- B-Buenos días

Ella respondió de la misma forma... sin gaguear.

-- Llega temprano, señorita Quinzel

-- Si – Sonrió – Quería asegurarme de que no necesitaba encargarme de nada más antes de comenzar.

Rompiendo el silencio, reparando en lo discreto que era para mirar su escote o medir sus piernas, decidió jugarle un poco.

-- Si no le molesta, pensaba que podría pasarse más tarde por mi oficina para celebrar mi ascenso, compré una botella de champaña para la ocasión. -- Con inconsciencia le guiñó un ojo, viendo en los suyos una tenue respuesta.

Otra vez media vuelta, dejándolo con su idiótico rictus, y se dirigió a su oficina.

Quedó maravillada. Todos los muebles eran nuevos, tan llenos de estilo. Y en sus inusuales formas lograban alguna armonía, inclusive con las cortinas.

Todo susurraba sobriedad, un computador negro, de suaves curvas, uno de los últimos procesadores que habia en el mercado.

El escritorio parecia de un roble, con vetas resaltadas en tinta color miel. La estructura era levemente curva, poco convencional, moderna pero guardando ese espíritu de antigüedad que daba la madera. Todo el conjunto parecia diseñado a base de circulos; En especial su silla. Le recordaba esas viejas películas futuristas, con cojinería de brillante cuero negro. Contrastaba con el resto de muebles, pero intencionalmente los opacaba, dándole estatus y control sobre su ambiente.

Las paredes, blancas, trazadas sin rumbo por delgadas líneas negras, decoradas con reproducciones de famosas pinturas, con marcos simples, oscuros, que las resaltaban de entre los muros, y una imponente pantalla de 40 pulgadas de porte “Retro”, alineado con un sofá de cuero negro y de espaldar “acorazonado” terminaban la dotación el espacio.

Había tres puertas. Una llevaba a una bodega pequeña, con un archivador negro de cuatro cajones, que al entrar la saludaba parcamente, unas cuantas repisas y una caja fuerte pequeña. La siguiente daba a un amplio vestier y un baño, el cual aún no entendía para que podría darle uso, pero que ciertamente la hacía sentir bien al pensar en la envidia que sus compañeros (y en especial sus compañeras) le guardarían.



Todo el espacio se encontraba neutralizado por un omnipresente baldosín blanco, un lavamanos delgado, hundido en la pared en su base, al igual que el sanitario, y una amplia tina. Todo abarcable desde la vigilancia del receloso espejo ovalado.

Y, por supuesto, estaba la puerta de entrada, con su nombre y su cargo marcado sobre el vidrio de textura.

El espacio en total se prestaba para que ocho personas se reunieran en él con toda la calma, y algo sospechaba de que el hospital se hubiera hecho cargo de la remodelación completa...

Sin previo aviso un pitido repetitivo y entonado la sacó de su contemplación. Levantó el teléfono de inmediato.

-- Doctora Quinzel – Respondió con serenidad

-- Señorita Quinzel, solo quesía recordarle que su cita con el paciente 4603001 está programada para dentro de 15 minutos

-- Muchas gracias – Respondió algo confundida-- Este ... ¿Cual es su nombre?

-- Jayna Summers, señorita. -- Tenía una voz dulce y servicial

-- Ok, muchas gracias Jayna.

-- Para servirle, señorita. ¿Ya le informaron que seré su secretaria? -- Preguntó un poco insegura.

-- No-- Afirmó comprensivamente -- Pero muchas gracias por presentarse.

Colgando el teléfono, tomó su celular y su identificación y las metió en el bolsillo de su bata.

Sabiendo que faltaba poco para que llegaran guardias para escoltarla a la habitación, Harleen buscó en su oficina la respuesta a su ansiedad. Que habría en la mente de este paciente?

Sus manos vagaban inconcientemente por el cuero, envolviéndose en sueños de los que irremediablemente salía sacudiendo su cabecita.

Un objeto pesado pero discreto tocó su puerta, ella respondió.

-- ¿Si?

Abriendo la puerta, dos fornidos guardias con aire simiesco se abrieron paso por la (para ellos) angosta puerta. --Señorita. ¿Lista para escoltarla con el payaso?

-- Si señor, ya.

Conduciéndola por un ascensor, los hombres la guiaron por un laberíntico recorrido. Le era imposible no cuestionarse, si necesitara huir, ¿Lo lograría?
Ella sabía que “El guasón” no era ningún pelele, ciertamente era un genio deschavetado, y dudaba que tanto enredajo fuera problema para él.

-- Concentrada, Harleen trata de recordar la ruta...derecha, izquierda, izquierda, izquierda, baja, derecha, sube, derecha, izquierda, baja... eran demasiadas direcciones para memorizarlas así de facil.

Uno de los uniformados rompió el silencio -- Hay cámaras de seguridad cada 20 metros, y en algunos lugares hay aspersores de gas somnífero.

“Sigue siendo poco” Pensó ella, respondiendo parcamente: Mmm... entiendo.

Ella sabía que estaban a punto de llegar, la actitud inquieta de los guardias delataba el hecho. Su deducción se confirmó cuando ellos comenzaron a hablarle de nuevo.

-- Señorita. Antes de que usted pueda comenzar con él, nosotros dos debemos entrar y revisar toda la habitación, luego podrá entrar, y nosotros la acompañaremos. El paciente tiene camisa de fuerza en este momento, pero se le retiró el bozal ya que se hirió la lengua con él anoche.

-- Veo – Respondió interesada -- ¿No le pueden quitar la camisa?

--Pero... Señorita – Contra argumentó atónito, sacando una foto de su carpeta. -- Esa no sería una idea inteligente... Esto fue lo que le pasó a un guardia armado de 137 kilos, cinturón negro en Karate. Lo atacó con una llave en uno de sus asaltos. La foto mostraba un rostro aparentemente injerto con tocino crudo, Un ojo perforado y deshecho, y el otro salido de su cuenca. Una divertida visión que se atrevió a guiñarle el “ojo”.

-- Que interesante caso – Dijo dándole poca importancia -- Esté cerca, yo le digo cuando puede quitársela, primero desearia hablar con el.

Determinantemente estableció -- No nos es permitido quitarle la camisa

-- Si es del caso lo hare yo

Uno de ellos la miró con poca cara de amabilidad, alzando la voz.
--Mire, señorita. Usted nunca ha lidiado con un delincuente como este, ¿Cierto?



Harleen le devolvió la mirada, tomándolo del cuello de la camisa. De un movimiento lo puso contra la pared, pisándole un pie y tomando el arma de su cinturon. El cañón fue a darle un vistazo a su ojo.

-- Yo soy la que decide acá –Argumentó serenamente, pero con un nervioso tic desatado en un párpado -- Usted no tiene ni idea de mi hoja de vida – Susurró apuntando al otro ojo, y luego dentro de uno de sus huecos de la nariz -- Y tampoco sabe como puedo ensuciar la suya.

Cargó el arma con una divertida risita que hizo eco entre los pasillos.

El sorprendido guardia no pudo más que levantar sus manos en signo de debil rendición, poniéndolas contra el muro, mientras el otro, asustado hasta los huesos, desenfundaba su pistola y apuntaba a la Espalda de la doctora. Algo feral asomaba en los delicados ojos azules de centrada psiquiatra... ¡SUELTE EL ARMA! ¡SUELTE LA JODIDA PISTOLA! Gritaba desesperadamente el guardia, rompiendo el sepulcral silencio del sótano... Y de golpe la realidad se le metió de nuevo por los ojos.

-- Yo... -- Se dijo casi a si misma-- Yo tomo las desiciones aqui (reparándolo de pies a cabeza) "PEQUEÑO"

El hombre la mirço de vuelta con desprecio, con el orgullo herido.

-- Como le plazca. pero cuando dañe esa carita.... no será nuestra responsabilidad.

Y ella sonrió, satisfecha por la información de la que se había hecho.

Al fondo del pasillo se veía ya una placa angosta de vidrio negro, parecída un espejo. Los tres caminaron al encuentro de sus reflejos.

El guardia efectuó el rutinario proceso. Al desvanecimiento del ahumado se reveló la imagen del hombre (literalmente) recostado contra el muro, con la cabeza balanceada sobre su cama y los pies haciendo círculos en el aire; retorciendo los dedos.


-- Como me asquea este tipo... -- Comentó uno mientras su compañero se dirigía al lunático a traves de un comunicador. "Alístese para una revisión".

El guasón saltó de la cama y cayó gracilmente en el piso, haciendo una venia... mirándola... sabrá Dios como, pero la miraba a los ojos.

Sus ojos eran grandes, tan alargados, mezquinos, y el perfil de su cara gritaba maldad. uno rostro luengo y pálido, triangular. el pelo enmarañado, con profundas ojeras... y dos cicatrices que cruzaban sus mejillas desde las comisuras de los labios casi hasta las orejas.

Harleen lo observó en detalle, maravillada. Se veía peligrosamente divertido trabajar con él... Su lo-cura era tan notablemente irracional que le erizó los pelos de solo pensarlo. Mil barbaridades se apoderaron de su cabeza, locuras que ocasionalmente le susurraba su inconsciencia. Quizo hacer, y este hombre podía ayudarla a cumplir. Sus ojos se iluminaron en un rictus imposible de ocultar.

Sus uñas comenzaron a golpetear contra la puerta en señal de ansiedad. Imaginando aquel delincuente deshaciendo a los mal educados guardias. (una macabra sonrisa se extendio por su rostro). La sangre de cada uno regada pintando la parte blanca de los vitrales de la capilla del sanatorio, cortando la carne y dándole forma de solomo, mezclandolo con el solomo en la cocina... Poniéndole pañales al director del hospital y enloqueciendo aún más a los otros pacientes con violentas voces bajo sus puertas...

Sacudió con fuerza la cabeza, desaprobándose, y se centro nuevamente en el paciente que tenia al frente suyo.

La puerta se abrió, desapareciendo, y los guardias entraron de inmediato. La puerta se cerró y se opacó. no se podía escuchar nada.

Ella suspiraba al otro lado... no podía dejarse llevar por esos pensamientos. “Solo fueron películas de mi infancia, no tienen porque repercutir en este momento. tengo un ascenso, oficina bonita, prontamente carro nuevo y una brillante carrera, no la puedo tirar por la borda solo por idiota... Todo está en mi cabeza, son solo conecciones mal hechas entre neuronas... son solo defectos...” suspiro nuevamente y se recosto contra el muro.

Tras eternos minutos la puera abrió de nuevo, uno de ellos la miró, indicándole su entrada.

Entró con paso seguro, deteniéndose para examinar el ambiente. Las ganas de saltar en ese techo tan....tan.....tan...¿acolchado? Fueron reprimidas de inmediato, mirándolo por fin a los ojos.

-- Buenos días – Habló ella.

-- Buenos días, ciertamente ¡Para usted! Pero el sol no se asomó esta mañana, mi ventana me lo contó. -- La mira de arriba a abajo poniendo su cabeza incómodamente de lado y abriendo bien los ojos... dorados... sus ojos dorados que parecían comérsela con tanto brillo. Entreabrió su boca.

-- No sabía que ya era hora de almorzar! me habría vestido para la ocasión!

En respuesta uno de los guardias tomó su macana, levantándola en amenaza. “Infeliz degenera...”

-- Déjelo. -- sonrió Harleen-- Si quisiera luchar por su comida me tendria que bajar el vestido con el pelo...¿No es así señor payaso? ¿O acaso le dan miedo los retos?

El loco sonrió con ira en sus ojos.

--¡QUE FALTA DE PROFESIONALISMO, PRIMOR! -- Gritó histriónicamente, extendiendo su.... ¿boca?

-- Mucho gusto, The Joker... Antes me llamaban guasón, pero estos tiempos de globalización requieren el dominio de otra lengua. ¿Tal vez la suya?

-- ¿Y como lo piensa hacer, con los dedos del pie? Vamos...está algo grande para eso. ¿No cree?

No, no me hace falta una mano para controlarla. -- Reafirmó parado en su seguridad.-- Oiga. ¿Y sus dos amigos? ¿No desean una taza de te acaso?

-- No... Ellos ya se van... Prefieren no jugar al “Te cazo”

Los dos la miraron desaprobatoriamente, de la forma que ya conocía bien, respondiendo “No podemos hacerlo”

-- Helado para los chiquillos.. -- respondió entregándoles un billete de $100 a cada uno. Los dos miran impresionados, uno susurrando "Estaremos afuera”. Y salieron son más ni más.

El guasón sonrió mirándola de nuevo con pujante interes.

-- Cuando entré me pregunté – Afirmó con una expresión infantil y contenta la psiquiatra --... bueno... ¿no has intentado tirarte contra las paredes? parece divertido.

-- ¡SI! Lo es... pero dejará de serlo despues de unos meses, así que lo guardo solo para momentos “Especiales”.


-- Umm... veo -- Sonrió, sin entender el porque de la simpatía simpatia por este hombre. ¿Donde había quedado todo lo que había hecho hasta el momento? -- ¿Y que lindo nombre te puso tu mamá?

-- Cuando la vea le preguntaré – Se encerró en sus brazos el paciente.


-- Harleen Quinzel

-- Mucho gusto...The Jocker... -- Presentándose de nuevo cayó en cuenta de su identidad -- OH! ¿Harley Quinn? ¡Suena a bufon!...
Mucho gusto, señorita bufona.

Y en la mente de la pequeña niña se dibujó la incoherencia.

Salen el payaso y la bufona... ¡Comienza la funcion! ¡el salto de la muerte desde el trampolin! Se lanzan agarrados de las manos desde una rampa de veinte metros para caer en los cañones que a su vez cuando se mueven los resortes sueltan los sellos de las bombas, cayendo sobre la red, se bajan rápidamente en sus monociclos ¡Y explota todo en un hermoso hongo de fungi!


Ella intentó volver a su trabajo lo mas rapido posible... Tratando de ignorar esos momentums extraños de su cabeza...

-- Tomemos esto en serio(Se dijo tambien). Cuénteme de su vida. ¿Cuantos años tiene?

-- ¿Que? ¿Años? Debería saber usted que los payasos rejuvenecemos cada día.

Ella le devuelve, perpleja, la mirada... Necesitaba ganar su confianza para así abrir su mente a ella.

-- ¿Que fuiste antes de ser payaso?

-- Niño, Osea... Lo mismo. ¿Y usted? ¿Como era su familia? ¿Que fue antes de ser una arlequina que cree leer mentes? -- Avanzó interrumpiéndola con autoridad, pero ella no podía dejar que él tomara control.

-- Yo hago las preguntas aqui, señor payaso -- Murmuró mirándolo en forma retante

-- Ay, ¿sentiste amenazado tu reino verbal? Dejemos que te sientas bien

-- Tranquilo, en el pais de alicia todos se encuentran bien, gracias – Respondió ella, inmediatamente cayendo en cuenta de su incoherencia. “¿Por que dije eso?”, Inquirió.

-- mi papito era un buen hombre, Un asqueroso bebedor, Un completo payaso.

-- ¿A que se dedicaba?

-- A hacerle chistes a mi santa madre

-- ¿A que clase de chistes te refieres?

-- Le gustaba jugar mucho

-- ¿A que jugaban?

-- ¡Pues al gato y al ratón! ra-¡tonta!

La duda la abordó. -- ¿Y quien eras tu?

-- Mi... Mi padre no jugaba conmigo... -- Sus ojos dejaron salir una mirada vulnerable por un instante, regresando a una iracunda y escudante sonrisa.

-- ¿Quien era gato y quien raton?

-- ¡AH! ¡Que tema tan aburrido! -- la interrumpe subiendo la voz, a lo que ella repitió la pregunta.

-- Yo soy el gato ¿Y tu?

-- ¿Tu madre era el raton? ¿Era ella la victima? -- Instiga tratando de buscar en sus padres la razón de su transtorno... pero era tan dificil hacerlo mientras se esforzaba por ignorar sus visiones...pero no pudo evitar pensar en los dos con disfraz de gato y raton corriendo bajo las manecillas de un reloj monstruosamente grande.

-- ¿Tu eres el ratón entonces?

-- Yo no estoy hablando de mi padre, él me hizo sonreir... siempre me hacía sonreir

-- Excelente... -- Murmuro ella más por ser un tic verbal en ella que por haber logrado conclusión alguna. Algo tenían sus padres, algo sexual había en su locura. Y con lo tanto que despreciaba a los Freudianos. ¿Venía a encontrar en su mejor alimento la expresión perfecta de aquel vejete? -- Bueno, hasta aca llega mi visita de hoy, Nos vemos luego.

-- ¿AH? ¿No quieres un poco de queso? Nonononono... no. Queso no hay, pero tengo leche. Pero es solo para los gatos buenos

Harleen lo miró sonriente mientras hacía señas a los guardias para que abrieran la puerta.

-- ¿Leche?

-- Si... Ah, de esa me sobra, no hay nadie a quien ofrecerla desde hace mucho. Agradable visita, Harley Quinn. ¡No olvides traer a tus amigas!
-- Lo recordare para la proxima – Exclamó resignando sus ansias de quedarse alli más tiempo. Sabía que no era conveninete para el proceso.

Los guardias entraron para escoltarla, mientras uno servía de barrera entre ella y aquel enredado cerebro, el otro le abría paso.
-- ¿No le entregó ningún objeto? ¿No se le cayó nada de los bolsillos? -- Preguntó rutinariamente.
-- No – Mintió, recordando haber dejado un caramelo masticable relleno de chocolate bajo la cama.


* * *

La celda se cerró y las luces se apagaron, tal como siempre me ha gustado. Como un insecto buscando el calor de la sangre, suculenta y necesaria, el caramelo encontró mi pie desnudo al filo del acolchado piso.

-- Doctora corazón, cardióloga fracasada de colegial disfraz... ¿Como supiste que me encanta el chocolate?

Él sabía algo... No sabía que era, pero sabía que algo tenía para saber. Su nariz nunca mentía.

Ella tenía un particular perfume en la piel, una mezcla de café cargado, morfina y sueños húmedos. Algo alucinógeno y destructivamente seductor.

Ella... Ella estaba tan loca como él en el fondo, como yo en la superficie.

Ella sabía que él sabía que sus malsanas locuras se besaron al primer momento.

Solo era cuestión de tiempo.

8 comentarios:

  1. Ten mas cuidado con la separación de los diálogos y faltan algunos signos de puntuación...de resto todo muy bien, me gustó muchoooo!!!!

    ResponderEliminar
  2. MMMMMM, Si. Terminé de corregirlo muy tarde, ya durmiéndome, por lo que supongo que algo se me pasó. Por favor especifiquen donde están los errores. Y gracias!.

    ResponderEliminar
  3. "[...] bodega pequeña, con un archivador negro de cuatro cajones, que al entrar la saludaba parcamente, unas cuantas repisas y una caja fuerte pequeña", dos veces la palabra "pequeña" demasiado cerca.

    Está muy bueno. Gracias por la entrega.

    ResponderEliminar
  4. Si que valió la pena esperar...Me dejaste una sonrisa para el resto del día :)

    ResponderEliminar
  5. Escribes cada dia mejor. Me encanta, me encanta, me encanta!!!!

    Una de las tantas cosas que me gustaron, me encanta la descripcion del olor de la piel de Harley

    ResponderEliminar
  6. wa!!! me fascina la historia!!!
    sigue asi ;)

    ResponderEliminar
  7. hola bueno io
    solo `pasaba por
    tu bolg y me parecio
    muy ineresante
    tus escritos
    hay una myspace
    que tiene algunos articulos
    de grupos oscuros
    como execror vecordia
    y ademas tiene fotos de jhonny indovina
    bueno te lo dejo haber si te das una
    vuelta
    www.myspace.com/suberraneos


    bueno cuidate

    ___---BlO0dYkIsS3s___---

    ResponderEliminar

Mi banda Sonora


MusicPlaylistRingtones
Create a playlist at MixPod.com

Mapa de Visitantes recientes

Visitas

counter to blogspot